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miércoles, 23 de noviembre de 2011

Otro corto.

Salí a tocar la guitarra. Sí, salí afuera, a la calle. Me apetecía tocar en medio de la plaza, como hacen los que no tienen o fingen no tener. Lo que no tienen son ganas. Ganas de hacer algo que no sea pedir. Que me parece bien, eh. Aquí nadie está criticando... que para criticona mi madre. Aún me acuerdo de como se puso cuando le dije que salía a tocar la guitarra. "¡Ponte el puto chaquetón!" Decía la pobre. El caso es que cuando llegué allí, había un enano en medio de la plaza contando un chiste. No debió ser bueno, porque lo siguiente que vi fue a un montón de gente mirándolo con cara de asco, y a uno del fondo cogiendo una piedra dispuesto a lanzársela. El pobre enano lo intuyó y echó a correr, no obstante, enano era... esas patitas no dan para mucha velocidad. Murió allí mismo el desgraciado. Jaja, desgraciado, vaya paradoja... os la explicaría pero no me da la gana. El caso es que me recordó -lo de la piedra- a un viejo amigo mío que solía vivir de los tomates y los huevos que le tiraban. Qué cabrón. Lo tenía todo bien montado. No era mal cantante, pero cogía su flauta y cantaba a la vez que tocaba desafinando a propósito, para que le tirasen de todo. Era rápido de reflejos y recogía todo cuanto podía antes de que tocase el suelo. Y así fue haciendo vida. Con la música de hoy en día se le acabó el chollo... "Es difícil hacerlo peor que los que salen en la radio", me contaba. En fin. No sé que habrá sido de él. Lo último que supe es que empeñó la flauta para comprarse un silbato... y hablando de silbar. Mi vecino de antes era un loco que no silbaba. Sí, antes tenía otro vecino. El de ahora no me gusta, no tiene perro. Me encantan los perros. El de antes tampoco tenía. Odiaba a la gente que silbaba porque él no podía, y le molestaba. Siempre reaccionaba de forma violenta cuando silbabas en su presencia, llegando incluso a amenazarte con piedras que encontraba en el suelo. Le encantaba tirar piedras. Cualquier cosa valía para ello. Si eras feo, pedrada; si eras alto, pedrada; si eras listo, pedrada; si eras guapo, igual te invitaba a salir. No obstante si le decías que no te caía una pedrada. A veces hasta te tiraba piedras por contar un chiste malo. Una vez vi como le tiraba una piedra a un enano sin gracia y lo mataba en medio de una plaza. Después yo cogí mi guitarra y me puse a tocar. Montaron un corro a mi alrededor y nadie vio como la policía mataba a palos al loco. Después me entró el frío y me fui a por el chaquetón.

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